viernes, 1 de julio de 2016

El camión urbano - Prueba Final

Una de las razones por la que me compre el Agile LT es para disfrutar de un enorme y flexible espacio interior tanto para personas como carga. Flexibilidad máxima gracias a que todos los asientos, incluso el del acompañante, puede contraerse. Este espacio interno es líder en el mercado, superior a sus competidores directos, el Fox y Sandero e, incluso, otros vehículos más caros.
Ya había tenido tiempo de probar esto al trasladar unas 10 computadoras en el pasado, pero por fin tuve la oportunidad de hacer la prueba final. Aquella que pusiera las capacidades de carga del Agile al límite.

Recientemente un familiar cumplió muchos años y fue necesario colaborar con el armado y desarmado de toda la fiesta. Mi Agile fue el único rodado voluntario para enfrentar este desafío.
Había que trasladar muchas cosas hasta el salón que se utilizo para el evento y, luego, había que traer todo de regreso.

TRASLADANDO COSAS AL SALÓN

Para trasladar las cosas al salón se utilizó sólo el Agile y dos personas (mi pareja y yo), por lo que necesitamos realizar varios viajes. Transportamos comida, mesas, sillas, etc.
Algo maravilloso es que el asiento trasero esta dividido por la mitad. Uno puede dejar el lado izquierdo como asiento y reclinar el lado derecho totalmente. Si sumamos que el asiento del acompañante también se puede reclinar nos encontramos con un largo espacio para trasladar muchas cosas, mientras que el conductor y el acompañante van uno detrás del otro, del lado izquierdo del Agile. Esto permitió trasladar un par de mesas con sus caballetes de lado derecho del Agile mientras mi pareja y yo fuimos cómodamente sentados, cinturones de seguridad incluidos, del lado izquierdo del Agile.
El problema de ello es que si la mesa es muy grande se pierde la visión del lado derecho, incluyendo dificultades para ver hacía atrás con el espejo derecho. Para compensar esto puse en práctica tres técnicas. Primero, ir más despacio. Segundo, tener las balizas siempre prendidas para que todos supieran que yo estaba conduciendo en condiciones no óptimas. Tercera, mantener el carril derecho todo lo que fuera posible, minimizando el riesgo de que alguien quisiera sobrepasarme por ese lado sin que yo pudiera darme cuenta.
Más sencillo fue trasladar el resto de las cosas porque adoptamos una posición más convencional. Conductor y acompañante adelante y toda la parte posterior para trasladar cosas. Para eso todos los asientos traseros estaban completamente reclinados. De este modo pudimos trasladar toda la comida y bebida, todas las sillas y algunas cosas más.
Se necesitaron varios viajes pero finalmente todo se traslado adecuadamente gracias al flexible Agile.

Vale notar tres cosas. Primera, dada la situación preferí dejar la luneta de cartón interna (la que va detrás de los apoyacabezas de los asientos traseros, en casa. Así no molestaba.
La segunda cosa es que tal como indica el manual de instrucciones, antes de reclinar uno de los asientos para transportar cosas se sustraía el apoya-cabezas correspondientes. El mismo se vuelve a colocar cuando el asiento se vuelve a su posición original para ser utilizado por seres humanos. Es algo simple y rápido de hacer y es necesario.
La tercera, gracias al flexible y amplio espacio interior, todo entro en el interior del Agile sin necesidad de dejar ninguna puerta o ventana abierta, ni siquiera la del baúl. En cada viaje, después de meter todo en su interior, se cerraban todas las puertas sin problemas.
Si el Agile no hubiese contado con esta flexibilidad no hubiese sido posible trasladar la mesa y/o tendríamos que haber encontrado algún sistema de sogas para sujetarla, dejar el baúl abierto y un pañuelo rojo para indicar el largo extra. El Agile permite trasladar permite trasladar todo esto en forma simple, cómoda y segura sin necesidad de recurrir a soluciones extrañas o comprar accesorios adicionales (como podrían ser soportes para el techo).

DURANTE LA FIESTA

Rápidamente reconfiguramos el vehículo para trasladar a todos las personas y las últimas cosas que quedaron pendientes. Un baúl lleno y tres adultos, destinatario de la fiesta incluidos, viajaron cómodamente hasta el destino.
Luego hubo que hacer un último viaje para algunas cosas que nos habíamos olvidado por falta de previsión, pero nada que no pudiera hacerse con el Agile o cualquier otro auto.

FIN DE FIESTA, A TRASLADAR TODO DE REGRESO

Cuando termino la fiesta los voluntarios teníamos que quedarnos para variar todo y entregar el salón limpio y ordenado.
Era muy tarde y estábamos cansados (algunos podrían pensar que también ebrios, pero no es mi caso).
No teníamos ganas de realizar varios viajes para trasladar todas las cosas... el Agile debía hacer frente al desafío. Debíamos trasladar todo en un único viaje.
Esta vez contamos con un segundo vehículo de apoyo de otro familiar. El plan fue el siguiente: en el Peugeot 207 viajarían todas las personas (cuatro adultos y un niño) más el baúl lleno y en el Agile viajaría yo con todo el cargamento:
  • 9 cillas de roble de respaldo largo.
  • Las tablas y caballetes de las mesas.
  • Comida excedente.
  • Bebida y comida excedente.
  • Etcétera.
... Y el Agile pudo. Ni yo sé a qué extrañas reglas de la física recurrimos pero absolutamente todo entro en el auto. Todas las sillas, las mesas sobre las sillas, los caballetes, etc. Entre los huecos de las sillas metimos las comida, bebida, regalos, etc. El mayor desafío de todo fueron esas grandes sillas.
Y, nuevamente, todas las puertas, baúl inclusive, cerraron perfectamente.
Eso sí, las patas de las sillas llegaban hasta el parabrisas delantero por lo que utilizamos unos cartones para que sirvieran de protección y amortiguación. Y lo hicieron muy bien porque nada se daño o rallo en el Agile.
Tuve que viajar muy lentamente. Mi visión hacía la derecha era muy reducida y, para ello, tenía que adelantar la cabeza. Mientras tanto, mi visión hacía atrás estaba limitada al espejo izquierdo. Por tanto, incorporamos un par de medidas de seguridad adicional:
  1. El Peugeot 207 escoltaría mi Agile por detrás y con sus balizas siempre prendidas.
  2. Ambos teníamos teléfonos con manos libres así que se podía mantener la comunicación permanentemente. No era la idea conducir y hablar permanentemente. Quedo siempre activo para sólo intercambiar una frase breve de vez en cuando si alguna de las partes lo muy necesario. 
La idea era que yo cruzara una calle o avenida cuando me sentía lo suficientemente seguro dada la limitada visibilidad de la que disfrutaba. Por suerte fue fácil porque casi no había transito vehicular y peatonal a tan alta hora de la noche.
Todo el viaje duro unos 15 minutos.

Fin. Pudimos trasladar todo en un único viaje. Sin el Agile, eso no hubiese sido posible. Seguramente una Meriva lo hubiese hecho incluso mejor, pero sale más cara y ya es pasado.

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